miércoles, 19 de enero de 2011

La Llama

Sentado frente a mí mesa. He encendido una vela, una de esas velas con las que tanto me gusta jugar. Una vela gruesa de color marfil que me envuelve con ese olor tan característico que me relaja.

Decidí dedicarme este momento de reflexión para escribir mientras contemplo la danza de la llama, sinuosa, delicada, a veces como una bailarina sensual, a veces como una serpiente que atrae con su movimiento para darte el mordisco que cierre la puerta de tu vida.

La botella de buen tinto que me acompaña ya va menguando pero la nube de vapores no me afecta sino para darme otro punto más en el estado de relax en que me encuentro….

Y repaso mentalmente mis recuerdos, desde los buenos a los menos buenos, aquellos dolorosos incluso…. De los que he llegado a escribir y borrado por el dolor que producen. Y sin embargo, ahí están agarrados como un Alien en el cerebro.

El recuerdo de … ella {Kn}, la única que llevo ese collar genuino y diferente que nunca más saldrá a la luz en recuerdo a su memoria, por el respeto, el cariño y el amor a quien me hizo tan feliz durante tanto tiempo y que asumió el abandono a su Dueño victima de esa enfermedad incurable que se llama cáncer con dolor físico y tristeza interior que compartimos durante días con lágrimas ante lo inevitable. Aquella de la que casi nunca hablo y de la que casi nadie sabe nada, excepto los más íntimos que llegaron a tratarla y que no mencionan su nombre para no remover mis recuerdos.

Dejo de escribir, regreso a ello, borro, corrijo….este es un juego que me traigo entre manos desde hace unos días.

Entre los recuerdos amables, las personas que he conocido, de uno y otro rol. Alguna muy especial. Las que sin conocer personalmente, dan un perfil humano grandioso, aquellas a quien quiero conocer pero no quieren conocerme, aquellas a quien conoces y más me valdría no haberlas conocido…No, esto ya no es de aquí, esto va en la sección de los recuerdos a borrar también…

De las heridas recientes, algunas aun abiertas y sangrantes esperando a la enfermera que sepa hacer un buen trabajo y cierre tantas y tantas brechas en mi alma. Seguramente terminaré por hacerme una sutura con hilo de coser negro y una aguja sucia para desafiar a la naturaleza.

De las cicatrices antiguas, miro las señales en la piel de mi alma, algunas ya casi imperceptibles más que en el recuerdo del momento. Tengo menos de las que suponía cuando empecé a mirar la llama de la vela y a ensimismarme en mis historias interiores.

Me gusta caer de vez en cuando y voluntariamente en este estado de casi melancolía para recrearme en la colección de recuerdos que tengo y del que me saca ocasionalmente el teléfono y el ritmo de vida normal en estos días ya de ajetreo.

Y la vela sigue consumiéndose, como la vida, dejando caer lentamente goterones de cera que se deslizan por lo que primero era como un gran falo de color marfil orgulloso de mirar al cielo con su brote de semen ardiendo en el extremo, danzando y pavoneándose y que ahora, mediada, da una tenue luz arropando la llama con un pequeño charco de cera liquida que permanece en quietud aparentando ser inofensiva pero que si se deja deslizar por la piel, producirá la sensación de calor que tantas y tantos devotos tiene.

Y la llama, ahora más sosegada por el paso del tiempo, de vez en cuando crece como avisando a navegantes de la furia que aun puede esconder y del poder que puede ejercer con su fuego.

Y me pregunto si todo este bagaje que arrastro y en el que ahora me recreo se perderá cuando finalmente la vela se apague y regrese la realidad a inundar todo, si todos estos recuerdos permanecerán ahí, se borrarán o finalmente se cubrirán con otros nuevos… Sería tan fácil borrar los malos soplando la vela….

Pero no, todo permanecerá igual esperando que un rayo de luz cegador inunde la oscuridad que se creará cuando la vela finalmente de sus últimos estertores y se apague. Se enfriará la cera restante y quedará sólida y dura…pero sin la llama que la hizo elegante mientras duró.

Esperando de nuevo el calor que la derrita y aun sin la llama, le de forma y vida de otra manera. En forma de ese alma que desde la cera surja con el calor de mis manos moldeándola. Y entonces, volverá a tener luz milagrosamente. Ya no será una luz de mecha como la de la vela sino que será “la luz” que alumbre mis días.

1 comentario:

amantea - ^blackWings^ dijo...

Seguro que pronto llega esa luz a tus manos.
Saludos.