viernes, 30 de agosto de 2013

Atrás queda el calor.



El verano queda atrás ya. Otro verano más, con sus noches tórridas en todos los aspectos. Gente interesante, viejos amigos y otros nuevos. Algún personaje de esos que no olvidas con facilidad, que también los hemos tenido.

Y ves pasar, como casi siempre, novedades y saldos, dicho sea sin el más mínimo respeto. En realidad se lo curran a fondo y provocan, al menos a mí, una sonrisa y a veces envidia por el desparpajo con que expresan y exponen sus rincones con la convicción del que ha descubierto algo que el resto del mundo ignoraba y quiere darlo a conocer desde el púlpito. En este mundo de egos poderosos y miradas intensas no se perdona nada, ni el exceso ni el defecto. Y yo no voy a ser menos, claro.

Aunque el desfile de la estupidez estival más entretenido este año tengo que reconocer que no ha sido en ningún evento ni reunión con personas “humanas” con cara y ojos sino en donde menos lo esperaba, el Feisbú!!!!

Si habitualmente hay gente pastelera en todos los órdenes de la vida, dispuesta a regalar los oídos o los ojos con frases cariñosas a quien sea, en ese patio de vecinos me he sorprendido un día leyendo a diferentes personajes a los que otorgo una enorme dosis de falsedad en todos  sus actos que realmente me hicieron pasar una mañana muy entretenida.

Aburrimiento veraniego, es cierto. Pero como siempre, todo lo que ocurre en la vida es una lección de sabiduría.
 Y no, no me creo el más listo de la clase pero estoy condenado a vivir conmigo mismo y me tolero muchas licencias. Sobre todo desde que dejaron de importarme muchas cosas, entre otras la opinión de los demás que ya opinaban sobre mí antes y no siempre para dejarme amablemente en buen lugar. 

De hecho con el tiempo me he enterado de cosas de mí mismo, de esas que dicen que has dicho o que dicen que has hecho, que son para ir a entregarme a la comisaría más cercana!!!

Pero esa es una de las lecciones de la vida, aprender a vivir con uno mismo y procurar caerte bien sin llegar a levitar o tener erecciones pensando lo bueno que eres comparado con los demás.

Me he vuelto más intolerante, es cierto. A las tonterías, a las mentiras, a los rollitos de temporada y a la estupidez ajena. Con la propia ya estoy acostumbrado a vivir y no lo llevo mal, la verdad. La intolerancia tiene sus ventajas también porque ahorras mucho tiempo y energía no dedicándoselo a quien no lo merece. Acortas los tiempos de escucha y atención a determinadas personas y eso es de una higiene mental increíble.  Me pueden llamar borde, grosero o sobrado pero de verdad, ahorras mucho quebradero de cabeza. Y eso en verano, con el calor que hace, alivia bastante.

Hay que ver las ventajas a todo, aunque sea de los comportamientos que a veces son excesivos por la rapidez y rotundidad de resolución. En realidad son excesivos si los que juzgan son otros porque a mí me parecen de una delicadeza enorme. Para mí. Lo demás no me importa.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Cuentan que cuando una historia de amor del pasado no llega a su fin siempre vuelve a ti.

Te entiendo porque, para mi, este verano ha sido época de reencuentros... con viejos amigos, paisajes del recuerdo y.. historias acabadas.

Un beso.