jueves, 14 de agosto de 2008

Relato de una sumisa.

Postrada en mitad de la habitación, desnuda y desconcertada espero su regreso. Tengo las muñecas atadas a la espalda y los tobillos se unen con una ligadura de cuero. Mi frente toca el suelo pero mi cuerpo permanece totalmente relajado. Mi cerebro repasa incansablemente la última escena, las últimas palabras, el ultimo gesto de Mi Amo.

Me muerdo ligeramente los labios y ráfagas de imágenes se cruzan en mi mente. Mi única preocupación no es el tiempo que llevo en esa postura. Se que deberé permanecer en ella mucho mas...No es el frío que empieza a dejar insensible mi piel, ni tan siquiera la sed que noto en la garganta.

Mi única preocupación es saber en que momento le disgusté. Sabe que mi mayor castigo es su silencio y esta vez lo esta aplicando a fondo. Se que cuando regrese su pregunta será directa...-Y bien?.

Y se, que con mi respuesta dará su siguiente paso. Así es que trato por todos los medios de descubrir el motivo de su enojo. No por librarme de un nuevo castigo, que viniendo del El para mi es un regalo, sino por privarme del placer de verme reflejada en sus ojos. A pesar de la zozobra que me embarga noto como una oleada de calor sacude mi cuerpo. Y vaya como lo sacude. Noto como mi sexo se contrae ligeramente ante el pensamiento obsceno que acude inesperadamente y hace que me relama como una gata satisfecha apurando su última gota de leche....

Corrijo inmediatamente mi pequeño desliz y vuelvo a concentrarme en mi trabajo de búsqueda pero resulta infructuoso. Pasan los minutos y apenas llego a oír como se abre la puerta...Una risa alegre y fresca pone todos mis sentidos en marcha. La luz hace que parpadee pero no levanto la cara. No es el momento y lo se. La risa de Mi Amo mezclada con la de la desconocida es el peor de los latigazos. Noto como su mano me agarra del pelo y sus ojos se clavan en los míos..-Y bien? desesperadamente busco algo que decir, pero solo el silencio acude en mi ayuda. La expresión de su cara se hace insondable.

Se levanta coge un sillón y se sienta justo enfrente de mi. No hay mas de dos metros de distancia...un mundo entero.

Chasquea los dedos y una belleza rubia de aspecto tímido entra en mi campo de visión. Mi mirada recorre de abajo hacia arriba cualquiera de los pequeños detalles que la rodean. Botines negros con tacones de aguja altísimos, unas piernas bien formadas desaparecen a la altura de las rodillas bajo una falda negra ceñida a unas suaves caderas. Camisa negra y una larga melena con ondas que roza su cintura. Poco mas puedo ver..lo suficiente como para que mi cuerpo se tense. La furia hace que respire hondo y trate de calmarme. Mi Amo la sienta en sus piernas, de lado, y comienza a besarla lentamente sin apartar ni un segundo su mirada de la mía.

Esta tranquilo. Yo diría que hasta se divierte, lo que hace que me tense mas aun. Su lengua recorre la de la dulce criatura que lo mira con adoración. Sus manos recorren una y otra vez su cuerpo…tentando, palpando, provocando...Haciendo que en cada caricia sienta una muerte agónica.

Mi mirada baja lentamente y eso provoca su reacción. Se levanta de golpe, casi con violencia y la muchachita despierta repentinamente de su momento de gloria. Me agarra de nuevo del pelo y nuestras miradas se enzarzan en un dialogo lleno de pasión que a ambos nos sacude.

-Has aprendido algo T ...... ?

-Si, Mi Amo,

-Me alegro pequeña.

Se gira, coge de la mano de la asombrada jovencita y con voz baja y pastosa murmura:

- Cachorra, he aquí a mi sumisa mas preciada, mírate en ella y aprende,
por que goza de todo mi cariño y respeto.

- Desátala y acercaros las dos. Vuestro Dueño impaciente os espera

Trycia.

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