jueves, 20 de febrero de 2014

Vintage.....cosas antiguas


Una ponencia de debate de Enero de 2011 sobre los límites....

LOS LIMITES EN EL BDSM – RESPETO?

En el inicio de una relación D/s y una vez que se han ido perfilando las afinidades entre ambas partes, surgen las dudas acerca de donde está la zona de seguridad, fundamentalmente para la parte sumisa y entonces se van estableciendo lo que todos conocemos por “los límites”.

Quiero puntualizar que en mi forma de vivir el BDSM, esto no es algo sujeto a normas ni reglamentos ni creo que nadie los quiera. Hay una premisa importante y es que nadie debe de dejar que le impongan algo que no desea bajo ningún concepto y aunque rechazo de plano los fundamentalismos y a los “gurús” en este mundillo, haré una excepción para decir que solo hay una “regla de oro” de aplicación estricta a mi modesto entender y es que si el placer que se busca en la relación BDSM no es compartido, eso no es BDSM. Le falta la C al SSC. Y llamemos placer a lo que cada uno quiera interpretar en su fuero interno y como lo quiera vivir, sea emocional, físico, mediopensionista o estratosférico. Cada persona es un mundo.

Tenemos que empezar por decir que los límites que normalmente se exponen son desde el punto de vista físico o corporal. Curiosamente he escuchado o leído siempre menos limitaciones en aspectos que considero importantes y que quizá se dan por sobrentendidos o porque es en lo que menos se piensa y a veces no se hace mención de ello.

Yo recomendaría a los sumisos y sumisas exponer todo con claridad y en todos los aspectos cuando se está hablando de ello en la fase de conocimiento mutuo. Me referiré más adelante a esos aspectos como mi aportación a los límites que me demandan cuando ha sido el caso.

Normalmente y como punto de partida, casi de manual, los límites primeros suelen ser scat, zoo, sangre, dolor extremo, agujas, marcas y dos o tres cosas más que son casi estándar. Yo suelo añadir mentalmente MIS autolimitaciones que son “entorno familiar y entorno laboral” ya que estamos en el siglo XXI y con según qué cosas no se juega con la que está cayendo. Puede haber relaciones D/s que merezcan especial atención para preservar el entorno de la sumisa debido a su situación personal  o profesional con la que hay que mantener una absoluta discreción y el máximo respeto.

Me refiero obviamente a las casadas, convivencia con hijos menores, puestos de trabajo de cierto nivel que podrían verse afectados por salpicaduras de la vida privada, Cargos públicos, etc. etc. Vivimos en una sociedad que aun no digiere bien algunas cosas.

Aquí hago un inciso e invito antes de continuar con la exposición que si alguna de las frases es merecedora de una réplica u opinión, interrumpáis brevemente para pedir “turno” y así al terminar la introducción al debate, empiece este en el punto que ha llamado vuestra atención. Continuo:

Ahora, ciñéndonos fundamentalmente a las actividades físicas en la relación que son las primeras que salen en los inicios, viene el torrente de preguntas que todos nos hacemos y que, en este caso os invito a debatir, como por ejemplo: estos límites que de entrada salen casi de carrerilla son algo que debe de marcar marcará necesariamente la evolución de la relación?

En unos casos, puede que en la mayoría, se entiende por ambas partes que es un punto de partida y se deja sobreentendido que son alterables en el tiempo, lo cual deja abierta la puerta a investigar y avanzar en determinados aspectos que bien por desconocimiento o bien por que producen aversión inicialmente a la sumisa se descartan pero que posteriormente podrían ser tomados en cuenta.



 Debe el Dominante aceptar esos límites y respetarlos al pié de la letra o por otra parte debe de aceptar  pensando en forzar las situaciones para sobrepasarlos e ir más allá posteriormente? Debe decirlo o debe callar esa intención? Si opta por callar, se tomaría como un engaño?

Debe la parte sumisa exigir el cumplimiento estricto de esos límites y forzar al Dominante a respetar el pacto sin género de dudas desde el primer momento? Mi opinión es que si se cierra una relación BDSM a cal y canto, esta morirá en breve por falta de oxigeno.

Existe flexibilidad latente en la parte sumisa cuando expone sus límites aunque no lo dice por miedo a perder ese baluarte? Siempre creo que se dice menos de lo que se está dispuesto a explorar precisamente por el miedo a lo desconocido y el Dominante debe de hacer evolucionar esos límites con tacto y astucia, haciendo atractivo lo que parecía descartado y os pongo un ejemplo:

Tengo interés en la acupuntura y estudio desde hace tiempo esa materia desde el aspecto beneficioso que tiene para la salud. Experimento en el manejo de  esas determinadas agujas y  para esas prácticas específicamente aunque lo he incorporado a las escenas.

Se dio el caso de una sumisa que odiaba las agujas pero que posteriormente confesó que no le habría importado en una determinado momento y “por curiosidad” probar el efecto (relajante) de las mismas. La astucia en este caso me llevó a provocar esa curiosidad hablando de ello y para demostrar que carecen de peligro, no había tenido inconveniente en ponérmelas yo delante de ella anteriormente. Esas agujas solo se clavan en la piel un milímetro o dos como máximo, dependiendo de las zonas y en muy raros casos producen sangre salvo que se haga muy mal.

En definitiva, entiendo los limites como una demarcación en la cual debe de transcurrir la relación inicialmente pero dejando abiertas puertas para conocer otras cosas a medida que se va evolucionando, afianzando la relación y ganando en confianza la parte sumisa hacia la parte Dominante para que finalmente y basado en esa confianza, ceder el control y dejar que sea el Dom quien decida el camino que se ha de tomar en cada momento.

Y para ir terminando, la intolerancia y no respetar dichos límites e incluso querer alterarlos cuando se ha iniciado la relación y avanzado puede ser motivo radical para dar por terminada la misma incluso sin intentar renegociarlos? Desde mi posición,  considero que si alguien acepta de principio mis ideas para posteriormente intentar cambiar o alterar mi criterio quitándome campo de acción, no es merecedora de más atención. Queda conocer el punto de vista desde la posición opuesta.

FIN  - (vaya tocho que ha quedado)

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